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10 BUENAS NOTICIAS SOBRE EL CORONAVIRUS, A CASI UN AÑO DE LA PANDEMIA

Publicada: 2021-02-26 13:36:19
Tras meses de estrés e incertidumbre por los efectos del virus y su infrenable propagación, un microbiólogo español se animó a devolverle el ánimo y la esperanza a la población mundial.

Ignacio López-Goñi es catedrático de Microbiología en la Universidad de Navarra, en España. Tras tanta preocupación, angustia e incertidumbre por los efectos -muchas veces letales- del coronavirus en el mundo, decidió difundir diez buenas noticias sobre esta enfermedad para esperanzar y alentar a la población mundial.

Su objetivo fue mostrar que la ciencia, el conocimiento y la cooperación de los científicos y el personal médico, son fundamentales para luchar y terminar con la pandemia. Pese a las nuevas variantes registradas en algunos países como Inglaterra, Brasil y Sudáfrica, los avances científicos y la efectividad de las vacunas que están siendo aplicadas en el mundo, dan indicios alentadores sobre un cercano fin de la problemática que acecha al planeta. Entre los aspectos positivos que resaltó, figuran:

Hay más artículos sobre SARS-CoV-2 y COVID-19 que sobre malaria

Hace un año, nos asombrábamos de que desde la notificación de los primeros casos, en solo un mes hubiera más de 164 artículos científicos en PubMed (un motor de búsqueda de libre acceso para consultar publicaciones científicas) sobre el nuevo virus y la enfermedad.

Hoy esa cifra se ha multiplicado por más de 600, ya hay más de 100.000 artículos, y superan con creces a los que aparecen bajo el término “malaria”, por ejemplo. Existen registrados más de 4.800 estudios en curso sobre tratamientos y vacunas. La informacion que tenemos sobre el SARS-CoV-2 y el COVID-19 excede lo que sabemos acerca de otras enfermedades que se están estudiando desde hace décadas.

Más de 200 nuevas vacunas

Hace un año, había ocho nuevos proyectos sobre vacunas contra el Coronavirus SARS-CoV-2. Según el portal bioRENDER ahora son más de 195 candidatos, al menos 71 ya en ensayos clínicos. Estos emplean todo tipo de tecnologías: virus vivos atenuados, virus inactivados, subunidades de proteínas, vectores virales recombinantes, partículas similares a virus (VLP), ADN y ARNm. Jamás se invirtió tanto dinero y hubo tanta colaboración para el desarrollo de vacunas entre entidades públicas, privadas, centros de investigación, universidades, farmacéuticas, empresas y ONG como durante esta pandemia.

Algunos proyectos se han abandonado, pero otros ya fueron autorizados por la OMS: Pfizer/BioNTech Moderna con tecnología ARNm, AstraZeneca/Oxford y Sputnik V con tecnología de adenovirus recombinantes, y la china Sinopharm, con coronavirus inactivos. Al menos otras 20 vacunas están ya en ensayos clínicos de fase III y en las próximas semanas y meses podrán ser aprobadas, si los resultados son satisfactorios.

Las vacunas son muy seguras

Uno de los posibles efectos graves de las vacunas es la anafilaxis, una reacción alérgica que puede llegar a ser mortal y que ocurre normalmente al poco tiempo de que es administrada. Se han analizado datos del primer mes de vacunación en Estados Unidos, donde se han administrado más de 17.500.000 dosis (exactamente 9.943.247 de la vacuna de Pfizer/BioNTech y 7.581.429 de la de Moderna).

El Sistema para Reportar Reacciones Adversas a las Vacunas (VAERS, por sus siglas en inglés) ha registrado solo 66 casos de anafilaxia: 47 con la vacuna de Pfizer/BioNTech y 19 con la de Moderna. Esto supone menos de 4 casos por millón de dosis o el 0,0003% de todas las dosis analizadas. Veintiuno (el 32%) de esos 66 casos habían tenido cuadros previos de anafilaxia por otros motivos. Además, no se ha detectado ningún fallecimiento. Si se compara con el número de casos de COVID-19, las secuelas que deja la enfermedad y el número de muertes, el beneficio que suponen las vacunas supera enormemente a los posibles efectos adversos.

Israel es el país con más población vacunada en el mundo. A principios de febrero y desde que comenzó la campaña en diciembre del año pasado, más de 3,67 millones de israelíes habían recibido la primera dosis de la ARNm de Pfizer/BioNTech. Esto representaba cerca del 40% de la población del país. Más del 28% había sido inoculado también con la segunda dosis. Entre los mayores de 60, más del 80% fue vacunado.

Los datos preliminares muestran que la vacunación está siendo efectiva.

El número de infecciones está disminuyendo de forma significativa, especialmente entre las personas mayores de 60. En este grupo de edad, ha habido un 56% menos de infecciones, un 42% menos de hospitalizaciones y un 35% menos de fallecimientos por COVID-19 después de la segunda dosis.

Los resultados con las dos dosis son excelentes: de los 523.000 israelíes vacunados con dos dosis solo hay 544 casos de coronavirus, tan solo 4 casos graves y cero fallecimientos. Estos datos confirman los obtenidos en los ensayos clínicos previos.

En Asturias, España el pasado día 15 de febrero se había sobrepasado la cifra de 2.000 personas fallecidas por este enfermedad desde el inicio de la pandemia. Entre ellas, había una gran proporción con domicilio en residencias para mayores, donde el impacto ha sido considerable. Sin embargo, en estos momentos la situación comienza a estar relativamente controlada gracias a los esfuerzos de vacunación dirigidos específicamente a las personas residentes y trabajadores que los atienden.

El efecto de la vacuna queda de manifiesto al comparar la mortalidad entre personas mayores con domicilio en residencias (casi todas vacunadas), en las que desciende bruscamente, y el número de fallecidos en personas con domicilio fuera de ellas (no vacunadas), entre las que aumenta considerablemente. Además, se acaban de publicar los resultados de un estudio preliminar en Inglaterra en el que demuestran que la vacuna de ARNm de Pfizer/BioNTech es efectiva para prevenir la infección en adultos sintomáticos y asintomáticos, incluso contra la variante “británica” B1.1.7.

La confianza en las vacunas aumenta

Después de más de 160 millones de dosis de vacunas administradas, la confianza de la población va en aumento. Por ejemplo, se ha realizado una encuesta a 13.500 personas de quince países de Europa, Asia y Australia, entre noviembre del 2020 y enero de 2021.

En noviembre, antes de que los países comenzaran a aprobar las vacunas, solo cerca del 40% de los encuestados decía que se pondría la vacuna contra el COVID-19 y más del 50% estaba preocupado por los posibles efectos secundarios. Para enero, más de la mitad declaró que se aplicaría la droga y el número de personas preocupadas por los efectos secundarios había disminuido ligeramente.

El Reino Unido fue la nación en la que más gente se manifestó dispuesta a vacunarse (hasta un 78% de los encuestados) y en España, la proporción de gente dispuesta a vacunarse pasó de un 28% en noviembre a un 52% a mediados de enero.

La respuesta inmune frente al virus dura al menos ocho meses

Los test serológicos que miden anticuerpos frente al SARS-CoV-2 no reflejan todo el potencial, la duración y la memoria de la respuesta inmune frente al virus. Conocer estos datos es fundamental para determinar la protección frente a las reinfecciones, la gravedad de la enfermedad y la eficacia de la vacuna.

Se ha comprobado que, aunque hay cierta heterogeneidad en la respuesta según cada individuo, la mayoría de las personas en las que se ha analizado, mantiene una robusta respuesta inmune humoral (anticuerpos) y celular (linfocitos T), entre 6 y 8 meses después de la infección, independientemente de que sean leves o graves.

Nuevos tratamientos frente a los casos más graves

Ya sabemos que el COVID-19 es mucho más que una neumonía. Se conoce mucho más de la enfermedad y, aunque no dispongamos de un antiviral específico que inhiba el virus, hay combinaciones de tratamientos que mejoran mucho el pronóstico y reducen la mortalidad de los casos más graves. Antivirales, antiinflamatorios, anticoagulantes, corticoides, inhibidores de la tormenta de citoquinas y anticuerpos monoclonales son algunos ejemplos.

Existen más de 400 ensayos clínicos en curso en los que se están probando distintos tratamientos y combinaciones. Por ejemplo, según el ensayo clínico internacional Recovery, la combinación de tocilizumab (un anticuerpo monoclonal dirigido contra el receptor de la interleukina-6, aprobado para el tratamiento de la artritis reumatoide) y la dexametasona (un potente glucocorticoide sintético que actúa como antiinflamatorio e inmunosupresor), puede reducir a casi la mitad las muertes en los pacientes más graves. Por otra parte, el tratamiento preventivo con anticoagulantes en pacientes con COVID hospitalizados, se asocia con un 30% menos de mortalidad a 30 días y sin efectos adversos de sangrado.

No hay gripe

Existía una seria preocupación sobre cómo se iba a comportar el solapamiento de SARS-CoV-2 con otros patógenos respiratorios frecuentes en los meses de invierno. No se podía descartar una situación de “tormenta perfecta” en la que coincidieran SARS-CoV-2 con otros virus, como el de la gripe o el respiratorio sincitial, que causan bronquiolitis y neumonías y son responsables de frecuentes hospitalizaciones y muertes en determinados sectores de la población más vulnerable.

Se había sugerido que el riesgo de muerte en personas infectadas por gripe y SARS-CoV-2 de forma simultánea era superior que en aquellas que solo estaban infectadas por el coronavirus, especialmente en mayores de 70 años. La coincidencia de varios virus respiratorios con el SARS-CoV-2 podría haber causado una carnicería en las personas mayores.

La buena noticia es que esta temporada la gripe y otros virus respiratorios han desaparecido, tanto en los meses de junio a agosto en el hemisferio sur como ahora en el hemisferio norte. No se puede descartar que esto pueda suponer un problema el año que viene (las temporadas en las que la gripe causa mayor mortalidad suelen estar precedidas de etapas más benignas), pero este año ha supuesto un verdadero alivio para los sistemas sanitarios.

Varias son las causas que pueden explicar este declive de la gripe. Primero conviene recordar que el SARS-CoV-2 y el virus de la gripe son muy diferentes. Es muy probable que el menor período de incubación de la gripe, la existencia de inmunidad previa, la intensa campaña de vacunación de este año, las medidas de confinamiento, disminución de viajes, uso de mascarilla, higiene y distanciamiento social hayan tenido un mayor efecto en disminuir la transmisión de este virus. Por el contrario, en la transmisión del coronavirus además influyen mucho más el efecto de los aerosoles, los superpropagadores y los pacientes asintomáticos.

Podemos seguir la evolución del virus en tiempo real

El efecto que puedan tener las nuevas variantes genéticas del SARS-CoV-2 en la vacunación y en el transcurso de la pandemia es una incertidumbre. Debido a que los cambios genéticos pueden tener un potencial efecto en cómo se comporte el virus, su análisis y seguimiento es fundamental.

La buena noticia es que hoy tenemos la capacidad de seguir la evolución a tiempo real del virus y la aparición de nuevas variantes genéticas. Ya hay más de 260.000 secuencias del genoma de SARS-CoV-2 disponibles en las bases de datos, que provienen de otros tantos aislamientos obtenidos de muestras humanas desde febrero del año pasado hasta el momento actual.

Aunque los cambios de nucleótidos son la primera fuente de variación genética del SARS-CoV-2, también se han detectado inserciones, deleciones (un tipo de mutación en la cual se pierde material genético) e incluso recombinaciones. Todo esto permite hacer filogenias (relaciones de “parentesco” entre las variantes virales) que pueden emplearse para generar estimaciones temporales (cuándo surgen nuevas cepas), caracterizar cómo se extiende geográficamente el virus, reconstruir la dinámica epidemiológica dentro de una región y analizar cómo se adaptan a lo largo del tiempo.

El análisis de las secuencias del SARS-CoV-2 no tiene precedentes, en la base de datos GISAID (Global Initiative on Sharing Avian Influenza Data) son más de 580.000 datos de secuencias compartidas. Es la primera vez que se está siguiendo en tiempo real la evolución de un virus pandémico.

Fuente: conbienestar