Durante la caminata contó con la supervisión de su médico de cabecera, cuidando la ingesta de proteínas, carbohidratos, agua y bebidas isotónicas. Sin embargo, González subraya que lo que más lo sostuvo fue “el apoyo de mi hijo León y el afecto de la gente”.

Escuchar paso a paso
La caminata no fue solo un desafío físico. Fue, sobre todo, una manera de encontrarse con los vecinos y escuchar de primera mano sus necesidades. González recorrió cada cuadra de la ciudad, conversando con familias, comerciantes y trabajadores. En esas charlas espontáneas surgieron las preocupaciones más urgentes: acceso a la salud, educación, alimentación sana y seguridad.
“Pude hacer 404 km en 10 días porque tengo buena salud. Porque quiero hacer más por nuestra gente. Y el acceso a la salud, a alimentación sana, educación, seguridad también son alimento y agua para una sociedad mejor. Lo mío fue un gesto. Y fue recibido con mucho amor por miles de ciudadanos”, sostuvo González al llegar a la meta.
La iniciativa fue seguida de cerca por vecinos que se sumaban a tramos de la caminata y por ciudadanos que lo alentaban desde las veredas. Cada paso se convirtió en un puente de diálogo y en un gesto político distinto: estar donde la gente vive y abrir la escucha.
Una política que se construye caminando
El recorrido de Marcelo González tuvo un impacto que trascendió lo electoral. Caminó más de 100.000 pasos por día, barrio por barrio, mostrando que la cercanía es un valor que fortalece la confianza entre representantes y comunidad. Su gesto simbolizó una forma de hacer política que no se limita a los discursos, sino que se construye con presencia, esfuerzo y compromiso real.
“Mar del Plata se camina, se respira, se escucha. Yo lo hago con los pies en la calle, con la gente, porque el futuro no se decreta: se construye paso a paso, cuadra por cuadra”, expresó.
El desafío de González fue también un mensaje: así como para recorrer 404 kilómetros se requiere constancia, disciplina y motivación, para mejorar una ciudad se necesita un camino colectivo, donde cada paso represente una oportunidad de cambio.