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Inicio de clases y continuidad pedagógica, un desafío año a año
Publicada: 2024-02-27 09:00:43
Columnista invitada (*) El regreso a las escuelas es muy importante en la vida de los niños y adolescentes y es fundamental acompañarlos en este proceso.
El primer día de clases no sólo significa el reencuentro con amigos y profesores, sino también el retorno a una rutina que muchos niños y adolescentes anhelaban. Para ellos, esta vuelta al colegio no sólo representa la adquisición de conocimientos, sino también un espacio vital de socialización y desarrollo emocional. El impacto en el cerebro de los estudiantes es significativo.
El entorno escolar permite que se activen áreas clave del cerebro relacionadas con el aprendizaje, la memoria y la resolución de problemas. La interacción en el aula, los desafíos académicos y las actividades extracurriculares contribuyen a la plasticidad cerebral, fortaleciendo las conexiones neuronales y mejorando las habilidades cognitivas.
Sin embargo, el retorno a las aulas también puede generar desafíos emocionales al adaptarse nuevamente al entorno escolar. La transición de las rutinas de las vacaciones a las del período escolar puede generar ansiedad y estrés en algunos alumnos, quienes deben readaptarse a horarios, interacciones sociales y exigencias académicas.
Por otro lado, el retorno a las aulas también significa el reencuentro con la diversidad de actividades extracurriculares que enriquecen la formación integral de los estudiantes. Desde deportes hasta clubes de arte y música, estas oportunidades ayudan a desarrollar habilidades sociales, creativas y físicas, fundamentales para el crecimiento.
El papel de las familias
Las familias, por su parte, juegan un papel crucial en este proceso de adaptación. Es fundamental brindarles el apoyo emocional necesario, fomentar la comunicación abierta sobre sus preocupaciones y celebrar cada logro, por pequeño que sea. Según Mónica Valenzuela, especialista en Educación, la continuidad pedagógica se presenta como un desafío constante y en evolución, renovado año tras año. Aunque cada nivel educativo presenta sus propias particularidades y desafíos, todos comparten la noción de renovación y un nuevo comienzo con cada ciclo escolar. Desde la educación inicial hasta la superior, cada etapa conlleva un continuo crecimiento y desarrollo tanto académico como personal para los estudiantes.
El inicio de un nuevo año escolar no solo marca el paso del tiempo, sino que también representa una ventana hacia nuevas oportunidades y desafíos emocionantes por descubrir. Es un momento para mirar hacia adelante con renovadas energías, esperanzas y fuerzas. Tanto estudiantes como educadores sienten un impulso revitalizante que los inspira a abordar el año con entusiasmo y determinación renovados.
Aunque esta realidad puede generar una variedad de emociones en los padres, como la preocupación por la continuidad del aprendizaje de sus hijos y la efectividad del sistema educativo, también representa una oportunidad para fomentar una colaboración efectiva entre los docentes y fortalecer el apoyo hacia los estudiantes. El flujo de emociones de los padres frente a esta realidad es compleja y variada, y muchas veces se encuentran influenciada por su experiencia previa con el sistema educativo y la calidad de la comunicación con la escuela. Es fundamental confiar en la capacidad de adaptación de nuestros hijos y encontrar esperanza en la capacidad de los educadores para trabajar juntos en beneficio de ellos, agrega Valenzuela.
Darles espacio y apoyo
Además, es esencial recordar la singularidad de nuestros niños, ya que, cada uno posee habilidades, intereses y pasiones únicas, por lo que es crucial brindarles el espacio y el apoyo necesarios para que desarrollen su identidad y sigan sus propios sueños. Al reconocer y celebrar la individualidad de cada hijo, les estamos proporcionando la libertad y la confianza para explorar y descubrir quiénes son realmente, lo que les ayudará a florecer y alcanzar su máximo potencial en la vida. El tránsito de los alumnos por diferentes aulas y docentes a lo largo de su recorrido escolar es una característica común en el sistema educativo. Cada año, los estudiantes son recibidos por un nuevo maestro con una propuesta de contenidos distinta, lo que puede generar discontinuidades en su aprendizaje.
Para abordar este desafío, es esencial que los docentes trabajen en colaboración y compartan información detallada y significativa sobre el progreso y las necesidades individuales de los estudiantes. El trabajo en equipo entre docentes permite establecer una base sólida en la enseñanza y facilita la transición entre cursos, garantizando la continuidad y coherencia del aprendizaje a lo largo de la trayectoria escolar de los alumnos. Un recurso interesante es el uso de las “historias grupales”, que los docentes año a año pueden construir el perfil del grupo en un escrito donde se detallen aspectos significativos de aprendizaje, particularidades de algún nene, etc y que le brinde información a los docentes que reciben el grupo.
La continuidad pedagógica emerge como un desafío estimulante y en constante evolución que atraviesa todas las etapas del proceso educativo. Cada nuevo ciclo escolar representa una ventana hacia el crecimiento y el descubrimiento, lleno de oportunidades emocionantes para estudiantes, educadores y padres por igual. Aunque las emociones de los padres puedan ser diversas ante esta realidad, es crucial confiar en la capacidad de adaptación de nuestros hijos y en la colaboración efectiva entre los docentes para garantizar un aprendizaje continuo y enriquecedor.
El ingreso al nivel inicial
En el período de ingreso al nivel inicial, se desataca que los chicos están en pleno neurodesarrollo de habilidades, por lo tanto los meses de verano, pueden ser claves para observar progresos en lenguaje y motricidad. Es importante que las familias comuniquen a los docentes los logros y si surgió alguna dificultad en los chicos en ese tiempo. El período para construir el vínculo del niño con el jardín es muy importante respetarlo, porque cada niño es diferente y requiere instancias distintas. La confianza y seguridad que necesita un niño pequeño se construye con tiempos cortos de vinculación en un principio hasta que el niño sienta tranquilidad y logre despedirse de su figura parental de manera efectiva.
También los chicos que comienzan nuevos ciclos como la primaria o la secundaria, aún la etapa universitaria, requieren un tiempo de adaptación a las nuevas rutinas, a los nuevos docentes y también a las estructuras de exigencias académicas. Estas condiciones se van relacionando con el modo de que la personalidad y capacidades cognitivas y sociales tiene cada niño. Muchas veces puede pasar que se generen cambios de humor, ansiedad o angustia porque se enfrentan a un “nuevo mundo”, que se incrementa cuando empiezan en colegios nuevos. Algunos efectos pueden ser, dificultades para dormir, a veces síntomas físicos como dolor de estómago o cabeza, y más irritables que en otro momento. En general estas conductas van mermando tras el correr de los días, es por eso que los adultos, como agentes de contención deben comprender, apoyar, acompañar y sobre todo ayudar a los chicos a organizar sus materiales hasta que adquieran la nueva rutina.
En resumen, el inicio de clases no solo marca el comienzo de un nuevo año escolar, sino también el inicio de nuevas oportunidades de aprendizaje, crecimiento personal y desarrollo social para los estudiantes, impactando de manera positiva en su desarrollo cerebral. En este tiempo de transición, es importante recordar que cada niño tiene su propio ritmo y necesidades, y que el apoyo de la comunidad educativa y familiar es clave para asegurar un retorno exitoso y enriquecedor.
(*) Mariela B. Caputo, Licenciada en Psicopedagogía (M.P. 199.685), Master en Neuropsicología, investigadora del doctorado de la Facultad de Medicina UBA, especialista y directora de Nivel Inicial.