En primavera, la polinización produce síntomas como conjuntivitis, enrojecimiento y picazón de los ojos, rinitis, secreción nasal, picazón de garganta, dificultad respiratoria y asma estacional. Si, en cambio, aparecen unos grados de fiebre, dolores musculares, pérdida del olfato y del gusto, hay que estar alertas porque asoma la sombra del coronavirus.
“El plátano y el fresno son los árboles más frecuentes en la Ciudad de Buenos Aires, pero también se plantan con frecuencia en el resto del país», plantea a Con Bienestar el doctor Claudio Parisi (M.N. 95.292), jefe de las secciones de Alergia en Adultos y Pediátrica del Hospital Italiano.
En esta época del año, los árboles, pero también las gramíneas y las ambrosias, liberan su polen y en algunas personas desencadenan una reacción de defensa del organismo contra esas sustancias externas.
“El sistema inmune los considera elementos extraños y en consecuencia trata de neutralizarlos. Es importante saber a qué tipo de polen uno es alérgico y saber en qué época del año predominan, para evitarlos, dentro de lo posible”, propone el especialista. Lo conveniente es que los medicamentos antialérgicos sean recetados y controlados por un profesional.
Además del polen, están estos alérgenos, es decir sustancias que pueden inducir una reacción de hipersensibilidad: ácaros del polvo de habitación y epitelios de animales.
Lo más importante
En general, las personas que tienen rinitis por polen experimentan en esta época del año estornudos, congestión, goteo en la nariz. Son síntomas molestos que afectan la calidad de vida del paciente
“Algunos síntomas pueden ser similares a los que causa una infección viral como el COVID-19. Por ejemplo, el dolor de garganta puede confundir, ya que los alérgicos pueden tenerla por dormir con la boca abierta cómo consecuencia de la propia congestión”, diferencia Parisi.
Los pacientes con asma alérgica, rinitis u otras afecciones alérgicas deben seguir las pautas habituales de tratamiento, sin restringir el uso de ningún medicamento específico. No interrumpir el tratamiento de estas enfermedades podría evitar visitas innecesarias al médico y, por lo tanto, reducir el riesgo de exposición al virus.
“En la alergia, no aparece fiebre, dolor corporal ni perdida de gusto y olfato. Tampoco náuseas, vómitos ni diarrea”, señala el médico sobre estos síntomas que sí son del coronavirus.
Los barbijos son aliados
Una buena noticia para los alérgicos es que el uso de barbijos para minimizar el contagio del COVID-19 puede ayudar como barrera. Un estudio realizado por el Comité de Expertos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), en el que se analizó el poder filtrante de los barbijos de protección ante la exposición al polen y los ácaros del polvo, concluyó que el uso de protecciones homologadas -que reducen hasta un 80% las partículas de polen y polvo en el aire inhalado- es una herramienta eficaz para reducir los síntomas alérgicos de los pacientes.
Los tapabocas caseros pueden ser un elemento útil como método de barrera para quienes no pueden acceder a uno que esté certificado, pero es importante lavarlo después de cada uso porque según el especialista, el polen puede quedar adherido a la tela de barbijo.
“Si al barbijo le sumamos anteojos o las máscaras para cubrir la cara, seguramente vamos a evitar un porcentaje importante de polen”, concluye Parisi.
Fuente: conbienestar