El objetivo oficial es reemplazar a los colectivos tradicionales por vehículos eléctricos, silenciosos, de piso bajo y con aire acondicionado, que no contaminen ni afecten el patrimonio urbano. La línea recorrería un eje estratégico que une Ciudad Universitaria, Aeroparque, Retiro y zonas del sur porteño. Pero la licitación pública para adquirir las unidades necesarias encendió la alarma de técnicos y expertos del sector.

Una licitación cuestionada y una empresa sin flota comprobada
Según el documento de licitación pública N° 244/24, dos empresas compiten por la provisión de 74 vehículos eléctricos: Irizar e-Mobility, una firma española con operaciones en más de 90 países y experiencia comprobada en capitales europeas, y Megacar S.A., una empresa argentina que no pudo acreditar la existencia de una flota real. Lo que presentó fueron renders digitales y promesas de desarrollo local.
La comparación de costos agrava la controversia: mientras Irizar ofrece sus unidades por USD 48.720.833,51, la oferta de Megacar alcanza los USD 48.745.730, una cifra aún mayor. ¿Cómo es posible que se contemple seriamente adjudicar el contrato a una empresa sin trayectoria, con un presupuesto más elevado y sin vehículos disponibles?
Una fuente cercana a la licitación, consultada por este medio, fue contundente: “Sería poco seguro y extraño que se adjudique a una empresa local un producto que no tiene. Y que Buenos Aires no tenga la mismo la calidad de transporte que circula en las mejores capitales del mundo”.
Ventajas de la electromovilidad y promesas aún pendientes
Desde el punto de vista ambiental, el TramBUS tiene fundamentos sólidos. Un estudio de la Agencia Internacional de Energía (IEA) indica que los buses eléctricos reducen en un 39% las emisiones de carbono comparados con sus versiones diésel. Además, su bajo nivel de ruido mejora la calidad de vida urbana. En este sentido, Buenos Aires seguiría los pasos de ciudades como París, Bogotá o Barcelona.
En la presentación oficial del proyecto, Jorge Macri destacó: “Esta línea nueva de colectivos eléctricos no vibra, no hace ruido, no poluciona y es apta para convivir con nuestro patrimonio arquitectónico”. El anuncio incluyó la promesa de conectar puntos clave como Retiro, la costa porteña y Ciudad Universitaria, integrando tren, subte y metrobús en un solo sistema.
Los vehículos eléctricos prometen:
– Cero emisiones contaminantes.
– Reducción del ruido urbano.
– Mayor confort para el pasajero.
– Ahorro a largo plazo en mantenimiento y consumo energético.
Pero la tecnología de punta necesita respaldo técnico. Y las decisiones políticas deben garantizar que los proveedores estén a la altura del desafío.
Soluciones reales, no maquetas
Mientras el Ejecutivo porteño insiste en avanzar con el proyecto, la comunidad técnica y parte de la ciudadanía expresan su preocupación: adjudicar una licitación millonaria a una empresa sin respaldo no solo pondría en riesgo la ejecución del proyecto, sino que enviaría un mensaje contradictorio sobre la transparencia en el uso de fondos públicos.

Según un artículo publicado por Urban Transport Magazine, el éxito de la transición hacia buses eléctricos en otras ciudades se basó en alianzas con empresas con experiencia real y estándares internacionales. Apostar por lo contrario puede significar años de demoras, sobrecostos y un servicio deficiente.

El TramBUS representa una gran oportunidad para transformar la movilidad en Buenos Aires. Pero para que el futuro llegue sobre ruedas, las decisiones presentes deben estar bien fundamentadas. Porque una ciudad que quiere parecerse a las mejores del mundo no puede elegir lo peor.