The Lancet Respiratory Medicine publicó un relevamiento realizado en 63 unidades de cuidados críticos del país, con el objetivo de examinar las características y los resultados de la ventilación en pacientes con COVID-19. Según observaron, muere casi el 57% de los que ingresan a las UTI. Otro estudio concluye que la mortalidad de los enfermos de covid en las unidades de terapia intensiva (UTI) cayó al 36% en octubre a nivel global. El trabajo fue realizado entre más de 43.000 pacientes de varios países.
El estudio local, denominado “Características clínicas y resultados de los pacientes con COVID-19 con ventilación invasiva en Argentina (SATICOVID)”, estuvo liderado por la doctora Elisa Estenssoro, del Servicio de Terapia Intensiva del Hospital Interzonal de Agudos “General San Martín”. El análisis siguió el desarrollo de la infección en 1909 pacientes con coronavirus positivo confirmado por PCR. Según explicaron los especialistas, todos “fueron seguidos hasta la muerte en el hospital o el alta hospitalaria, lo que ocurriera primero”. El 57% de los afectados finalmente falleció.
Los especialistas advirtieron que, pese a que el número de fallecimientos tras el ingreso a terapia fue similar a los registrados en otras partes del mundo, el cansancio del sistema y personal de salud podría haber “contrarrestado los beneficios del aprendizaje relacionado con el manejo del COVID-19″.
No obstante, un informe que evalúa el porcentaje de mortalidad en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Universitario Austral detalla que, de 246 pacientes con coronavirus en el sector, fallecieron solo 43, es decir, apenas un 17%, gracias a novedosos protocolos del personal de salud. Entonces, ¿qué fue lo que aprendieron los médicos argentinos de la pandemia y cómo logran, poco a poco, reducir el riesgo de muerte por coronavirus en terapia intensiva?
Pablo Pratesi (M.N. 80.285), jefe de la UCI del Hospital Universitario Austral, le explicó a Con Bienestar que el virus los agarró de manera desprevenida. “Al principio, los médicos no paraban de contagiarse o aislarse de manera preventiva. Con el tiempo, cambió el protocolo y todo paciente fue tratado como un caso positivo. Los resultados de las pruebas tardaban mucho tiempo y esa demora dificultaba el manejo del paciente. Nosotros fuimos pioneros en tener la posibilidad de hacer la prueba en nuestro propio hospital, lo que nos permitió diagnosticar en pocas horas y a partir de ahí cambió totalmente la dinámica. Como en ese momento todavía había una cuarentena estricta, los casos demoraron en aumentar, pero al principio nos contagiábamos mucho hasta que nos fuimos perfeccionando en ponernos y sacarnos los elementos de protección. La forma de trabajar también cambió totalmente: los pases de guardia que antes eran grupales, los dividimos en grupos mucho más chicos y eso nos hizo más efectivos. El coronavirus, además, nos obligó a articular los equipos de las distintas áreas como nunca antes. En ese sentido, se optimizó mucho el funcionamiento del hospital”.
En esa misma línea, el especialista reveló que “contar con personal bien capacitado y remunerado es clave para estos contextos epidemiológicos. Gracias a eso, el Hospital Austral logró tener una mortalidad del 23% en los pacientes que llegaron a terapia intensiva, mientras que en el resto de los hospitales oscila entre el 40 y 60%”. Y añadió: “Tuvimos esas cifras sin hacer nada distinto en términos de tratamientos. La pandemia va a terminar, pero uno de los grandes temas que nos va a dejar es que las condiciones laborales son fundamentales para que los terapistas puedan desarrollarse, dar una mejor atención y que la especialidad sea atractiva para las futuras camadas de médicos. De lo contrario, en la próxima pandemia no vamos a tener suficientes terapistas”.
El grupo analizado por ese hospital tiene una edad promedio de 56 años, con un 70% de pacientes masculinos. De todos los casos en la UCI, el 74% requirió asistencia respiratoria mecánica (ARM), y el porcentaje de mortalidad en este último grupo fue de un 24%. Es decir, contabilizando los 182 pacientes de todas las edades que ingresaron al sector y necesitaron ARM, fallecieron 43.
Para Pratesi es muy triste ver la realidad: “Es lo que uno definiría como ´la crónica de una muerte anunciada´. Se sabía que esto iba a pasar (en referencia a la cantidad de muertos por covid en el país), que el sistema de salud es endeble y que el recurso crítico como los servicios de emergencia y las unidades de terapia intensiva con todo el recurso humano que necesitan no iban a poder dar abasto con la cantidad de pacientes víctimas de la pandemia. Y esto se dio por algo que no se evitó de la mejor manera desde el principio. Mi mamá falleció por covid en agosto del año pasado, sin llegar a vacunarse. Las cifras de muertos es una realidad que todavía nos cuesta mucho asumir. Por suerte, logramos duplicar la capacidad operativa de las terapias intensivas, pero eso no significó aumentar la cantidad de gente que está capacitada para hacerlo”, precisó.
Respecto a cómo se podría haber evitado, dijo: “Desde los sistemas que organizan salud, lo fundamental para poder asistir a pacientes críticos es tener el recurso humano adecuado: enfermeros, bioquímicos, médicos, kinesiólogos, farmacéuticos, etcétera. No estábamos preparados y esto se sabe. Si no cambiamos la realidad del sistema, cuando volvamos a tener una pandemia va a suceder lo mismo. El problema es que tenemos un denominador común: el de no aprender de nuestros propios errores”.
Por último, dio un mensaje para quienes perdieron familiares y seres queridos: “La pandemia, tarde o temprano se va a acabar, pero debemos aprender las lecciones que nos dejó. Lo primero y más importante, más allá del sistema de salud, es que todos seamos solidarios con quien tenemos al lado, para cuidarnos nosotros y también al resto”.
La situación en otros países de la región
En un alerta epidemiológica, la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) indicó que si bien el número de hospitalizaciones, de internaciones en unidades de terapia intensiva (UTI) y de defunciones por COVID-19 eran más altas en adultos mayores y en aquellas personas con comorbilidades, “a nivel global se observa un cambio del perfil de la edad de los casos hospitalizados, y hospitalizados en UTI, con una mayor tasa de hospitalización en población más joven”.
A nivel regional, la alerta de la OPS menciona los casos de Brasil, Chile, Paraguay y Perú en los que se registra “el incremento de severidad en población menor de 60 años”.
Fuente: conbienestar