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La historia de Kevin Mitnick, uno de los grandes hackers de la historia


Publicada: 2023-01-30 09:00:23

Considerado como “el más perseguido de la ciberdelincuencia”, fue apresado por el FBI en 1995. Recuperó la libertad hace 23 años, luego de una campaña que procuró limpiar su imagen.
En el “olimpo de los hackers” aparecen nombres como el de John Drapper, que logró engañar al poder con un silbato de juguete; y el de George Hortz, que recientemente tuvo un paso fallido por Twitter pero que es reconocido por haber vulnerado por primera vez a los iPhone. En esa escena también está Kevin David Mitnick, considerado por un cronista del New York Times como “el pirata informático más buscado de todo el ciberespacio”.

¿Quién es Kevin Mitnick, una de las figuras más conocidas en la escena hacker?

El hombre que ahora se acerca a los 60 años de edad, desde muy joven ya usaba sus habilidades para conseguir ventajas engañosas. En Un fantasma en el sistema, una autobiografía que publicó en el 2011, Mitnik recuerda que de pequeño viajaba sin pagar en los buses de Los Angeles, California, donde pasó su infancia. A diferencia de otros, él no se colaba en el transporte o se escondía del “chancho”, tal como acá se llama a los inspectores.

Kevin Mitnick, uno de los mayores expertos en ingeniería social. (Foto: Flickr/Campus Party México)
Kevin Mitnick, uno de los mayores expertos en ingeniería social. (Foto: Flickr/Campus Party México)

En cambio, Mitnik había descifrado el modo en que se perforaban los boletos según el día de la semana, compró una maquinita para hacer agujeros y así comenzó a burlarse del sistema. Ya adulto, fiscales convencieron a un juez que este hombre era capaz de “iniciar una guerra nuclear simplemente silbando en un teléfono”.

Un 15 de febrero, Mitnick fue capturado por el FBI y paso 5 años tras las rejas, incluyendo ocho meses en una celda de aislamiento.

Kevin Mitnick, el genio de la ingeniería social

El superpoder de Mitnik siempre fue más el ingenio que la ingeniería. En otras palabras, sus habilidades como hacker consistieron más en manipular a personas y sistemas, que vulnerar con ardides demasiado técnicos. A esa capacidad se la llama ingeniería social y la conocemos de cerca: un ejemplo clásico es un correo (o un timbrazo, en casa) de alguien que se hace pasar por un representamte de una empresa para llevarse, por caso, información de otro modo inaccesible.

La ingeniería social consiste más en el engaño a personas que a los propios sistemas informáticos. (Fotos: Adobe Stock)
La ingeniería social consiste más en el engaño a personas que a los propios sistemas informáticos. (Fotos: Adobe Stock)
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El principio de la ingeniería social es que el usuario es el eslabón más débil en la cadena de la seguridad. La recurrencia de contraseñas pésimas, como “123456″ y la palabra “password” es una muestra. Eso es igual que poner una cerradura de juguete en una caja de seguridad.

Mitnik sabía aprovecharse de las personas y su técnica era simple, según contó. “Es un truco que he descubierto que funciona muy a menudo. Si se pide información confidencial, la gente, naturalmente, sospecha de inmediato. Al fingir que ya tenés esa información y decís algo que está mal, la gente suele corregirte y te recompensa con la información que estabas buscando”, reveló en un ataque de sinceridad.

Los ataques más famosos de Mitnik

El nacido en 1963, que ya chiquito era aficionado a la radiotelefonía y picaba boletos para engañar a los choferes, no se conformó con esas trampitas.

Uno de los más famosos ataques informáticos en el historial de Mitnick es el que tuvo como víctima a The Ark, un sistema operativo que usaba la empresa DEC para su propio sistema operativo. El protagonista de este repaso consiguió acceso al programa en apenas cinco minutos haciéndose pasar por uno de los desarrolladores y pidiendo un restablecimiento de la contraseña.

Mitnick pasó largos años en prisión tras una intensa búsqueda del FBI. (Foto: Wikimedia)
Mitnick pasó largos años en prisión tras una intensa búsqueda del FBI. (Foto: Wikimedia)
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Su golpe más conocido, sin embargo, es otro. Tanto que es conocido como “el ataque Mitnick”. Amén de los tecnicismos, se trató de una pericia para secuestrar sesiones en Internet, que le permitió acceder, por ejemplo, a la computadora de Tsutomu Shimomura, un reconocido físico y, ¡atención!, experto en seguridad informática.

El hombre que aquí nos convoca también vulneró los sistemas de Solari y de la firma Motorola, entre otras intrusiones que fueron célebres.

Entre sus golpes a la salud informática y de las comunicaciones también figura el espionaje de llamadas de agentes del FBI, incluso aquellas conversaciones que versaban sobre la investigación que más tarde lo llevaría a la cárcel. Mitnick incluso diseñó un sistema que arrojaba alertas cada vez que se organizaban redadas, cuando las fuerzas del orden luchaban por sacarlo de la clandestinidad.

El estadounidense escapaba a tiempo y en ocasiones se burlaba de sus perseguidores, como esa vez en las que les dejó donas en el sitio ya vacío. La persecución duró más de dos años. Cuando fue capturado en un departamento, no intentó huir. Allí encontraron cientos de celulares clonados, softwares avanzados en computadoras e identificaciones falsas. Mitnick había sido procesado en tres ocasiones previas, en el 81, 83 y 87, por diversos delitos informátios.

Atrás en el tiempo, a sus 16, consiguió acceso a la red que usaba su escuela para almacenar las notas de los alumnos. No las cambió ni se pavoneó con sus compañeros: según las crónicas, lo hizo para conocer cómo funcionaba ese sistema.

Mitnick, un hacker que se ganó el cariño del público

A pesar del mito creado por los medios, no soy un hacker malicioso. Lo que hice ni siquiera era ilegal cuando empecé, pero se convirtió en un delito cuando se aprobaron nuevas leyes. Seguí haciéndolo y fui capturado. La forma en la que me trató el Gobierno no se basó en mis delitos, sino en convertirme en un ejemplo”, aseguró Mitnick.

"A pesar del mito creado por los medios, no soy un hacker malicioso", dijo Mitnick. (Foto: AP)
«A pesar del mito creado por los medios, no soy un hacker malicioso», dijo Mitnick. (Foto: AP)
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Según cuenta el sitio Xataka en un repaso sobre la vida de Mitnick, este hombre se convirtió pronto en el referente de los hackers, en un ámbito que aún estaba en pañales. Además, muchos quisieron quitar el velo de la criminalidad a la que apuntaron las autoridades y echarle encima un manto piadoso. Una famosa revista de informática lideró la campaña “Free Kevin”, que pidió su liberación, y más tarde lazó el documental Freedom Downtime (que puede verse en YouTube) en el que se cuenta cómo un periodista de The New York Times, John Markoff, que lo había difamado en columnas colaboró con el FBI para su captura.

Para los interesados, en la novela Takedown de 1996, Markoff y el antes mencionado Shimomura (que también ayudó al FBI para que atrape a Mitnick) cuentan su propia versión de los hechos.

Muchos hackers han tenido esa suerte: pasar de villanos a héroes, a figuras que generan más simpatía que desagrado. En una entrevista con El Mundo, Mitnick dijo que nunca robó dinero, que con sus habilidades podría haber pasado sus días en las playas más paradisíacas del mundo, pero que “la consciencia lo impidió”.

Lo que me impulsaba a hacer lo que hacía era la euforia del descubrimiento científico, el placer que se experimenta cuando se resuelve un problema matemático difícil”, dijo este tierno villano, que tras salir de prisión, hace exactamente 23 años, se dedicó a la consultoría informática y a brindar conferencias en todo el mundo. Eso sí: antes de eso le prohibieron usar dispositivos tecnológicos durante tres años, falló que apeló y consiguió rebatir.

Ahora es un lobo con piel de cordero. Allí donde lo contratan, saben que Mitnick es capaz de darles vuelta y poner a todos los sistemas patas para arriba. Igual que hizo cuando en la niñez picaba los boletos por su cuenta. “A mi madre le parecía ingenioso, a mi padre le parecía una muestra de iniciativa y a los conductores de autobús que sabían que yo picaba mis propios billetes les parecía una cosa muy graciosa. Era como si toda la gente que sabía lo que estaba haciendo me diera palmaditas en la espalda”, recordó acerca de esa picardía.

Fuente: Tntecno